La promoción y el fomento de la lectura es una tarea preferente que merece nuestro empeño, pero mal haríamos en sostener la insostenible idea de que solo conseguiremos lectores a través de la obligación. La obligatoriedad de la lectura solo ha formado lectores por excepción, aunque muchos tiendan a creer que se hicieron lectores gracias a que los obligaron. Seducir a la gente con la magia de la lectura es muy diferente de imponerles el bien con el argumento de que, obviamente, les conviene. La vieja fórmula de leer para nuestros hijos y con nuestros hijos, compartiendo con ellos un placer, …
