En demasiadas ocasiones, para justificar los males del sistema educativo, se traslada una visión de la convivencia escolar que denuesta al alumnado. Con prejuicios y tópicos, los adultos aplastamos su creatividad y su curiosidad, conduciéndoles al aburrimiento y al aborrecimiento de la escuela, generando el caldo de cultivo propicio para que la convivencia escolar resulte afectada. Somos el problema, seamos la solución.