Los grupos de trabajo deben disponer de autonomía para determinar los contenidos de su actividad y los tiempos en que deben realizarla. Sólo así se conseguirá una auténtica colaboración. Es determinante, por tanto, la libre composición de los grupos colaborativos, en función de sus intereses y temas comunes con aquellos compañeros con quienes comparten una misma idea sobre la enseñanza o por mantener con ellos una relación personal positiva.