En este texto, Margarita Caballé expone su vivencia de los intercambios lingüísticos y culturales con estudiantes de secundaria, que considera muy recomendables no solo para practicar una lengua extranjera, sino también porque el alumnado se enriquece personalmente, crece y se educa en valores como el compañerismo, la amistad, el respeto y la tolerancia fuera del aula.