Con el nacimiento, se nos otorga un sexo biológico: somos niña o niño de acuerdo con nuestros órganos genitales. La sociedad en la que vivimos, de acuerdo con este sexo, nos otorga un papel, un rol. El papel especifica cómo tenemos que vestir, cómo debemos comportarnos, qué cosas tienen que gustarnos, qué capacidades tenemos que cultivar con más esmero, en qué debemos trabajar… Y, ¡ay! de las personas que no representen el papel como está mandado.