Nuestra hija Bruna, de 19 meses, ha recibido unos cuantos mordiscos en la guardería. Sabemos que es habitual en estas edades pero nos cuesta aceptarlo cuando se repite. Las educadoras nos comentan que hay que ayudar tanto al niño que recibe como al que muerde y que, para evitar etiquetas, nunca dicen el nombre del “mordedor”.