Todavía actualmente oímos decir a menudo que la música es cosa de personas privilegiadas y, sobre todo, “sanas de cuerpo y de mente”. Personalmente, desde la niñez, siempre me sorprendió constatar que los “grandes” compositores no eran precisamente buenos ejemplos de equilibrio psíquico o de salud mental. Además, yo defino desde siempre la minusvalía como una diferencia y no como dificultades físicas, sensoriales, mentales o de comportamiento que justifiquen la exclusión de la persona minusválida de la vida social: cultura, ocio, intercambios, encuentros… Por eso, desde el prin…