Las “nuevas tecnologías” no son una novedad en la investigación histórica. Ya en la década de los ochenta se utilizan aplicaciones de propósito general como procesadores de texto, bases de datos y hojas de cálculo para investigaciones relacionadas con la demografía, los métodos cuantitativos o la propia edición de publicaciones.
La progresiva conexión de estos ordenadores, animada durante la década de los noventa, a través de cables dedicados o líneas telefónicas ha permitido conectar estas actividades y añadir otras nuevas creando una red mundial que conocemos como Internet (…