El paisaje como patrimonio intangible debe comprenderse de forma holística y son varios los campos que intervienen en su análisis, desde la biología hasta la toponimia. Las construcciones en piedra seca son un buen ejemplo de cómo las actividades que tienen lugar en el paisaje son imprescindibles para su conservación y, por otra parte, añaden un nuevo valor a la agricultura, como puede verse en el caso del enoturismo. Una vez catalogada esta clase de patrimonio, el reto es diseñar una didáctica que permita la transmisión de los conocimientos que lo acompañan.
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