Siempre he pensado que la escuela como institución y la educación como derecho básico y universal tienen que ir por delante del ritmo de vida de la sociedad. Un par de pisadas por delante para que este espacio de construcción, evolución y creación de pensamiento y personas, como son los centros docentes, sean maquinarias de moldear individuos críticos, autónomos y con pensamiento propio.