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Por una pedagogía de la finitud

Creo cada vez más firmemente que lo que caracteriza de forma ineludible a los seres humanos es su condición de animales culturales. Cada uno de nosotros ha nacido en una cultura que le ha condicionado en gran medida su modo de ser en el mundo. Quiero insistir en esta idea. Hemos nacido en una cultura concreta, es decir, en una tradición simbólica, en un tiempo y en un espacio. Obsérvese que escribo “un” tiempo y “un” espacio, porque podrían haber sido otros. Hay, desde el comienzo, una dimensión de azar, de contingencia, de casualidad, que condiciona el resto de la vida humana.

Una v…

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