Programar ha de ser una actividad realista, centrada en el alumnado, y también ambiciosa. Para fomentar un aprendizaje significativo es necesario desarrollar estrategias que interpelen al alumnado en sus cuestiones esenciales y le permitan ir desde lo cognitivo, a través de lo competencial, hacia el ser ético y social. Una definición de objetivos apegada a una evaluación formativa que acompañe a los estudiantes en el desarrollo del pensamiento crítico y una metodología basada en tareas, atenta a todos los estilos de aprendizaje, serán vitales para una programación sólida.