Confiamos que, en el año 2050, los derechos de los niños y niñas sean respetados: que tengan la posibilidad de vivir experiencias autónomas, necesarias para ejercer su derecho al juego; que la escuela permita que todos sus alumnos y alumnas se sientan realizados con sus propias aptitudes, y que se escuchen de verdad sus opiniones.