El presente artículo versa sobre la necesidad de construir una historia para la diversidad en un país en donde se vive la cruda paradoja de la existencia de un profundo racismo sobre los grupos étnicos autóctonos que conforman un elemento axial de la identidad nacional. La historia que se enseña dentro del sistema educativo mexicano conlleva a esa trágica disociación, y en el nivel de secundaria podemos ver la manera en que toda la institución se colige alrededor de una y solo una forma de entender la funcionalidad de la historia y su aprendizaje.