La educación artística debería reivindicar su razón de ser y dejar de considerarse una asignatura en la que el hacer se antepone al pensar. En este sentido, es fundamental incidir en la comprensión de las imágenes y en la reflexión de los procesos artísticos. Así, introducir el arte contemporáneo puede ser una oportunidad para desarrollar el pensamiento crítico de manera coherente con los contextos y los momentos actuales.