Ante los indicios de cómo el uso de una adecuada base de orientación puede resultar una buena práctica en la adquisición de la competencia en resolución de problemas, nos centramos en el estudio particular de una de sus dimensiones. Con ello, ratificamos la necesidad de establecer la representación del problema como una dimensión específica, así como apreciar su valor en la práctica diaria de transmitir la competencia en resolución de problemas.