Cuando hacemos teatro en la escuela, además del trabajo de lengua que nos planteamos (quizá el más visible), hay otros: el reto de interpretar un rol, entrar en un personaje, hablar en público, aprender un papel, sintetizar una idea, trabajar en equipo, superar los miedos y los errores. El teatro ayuda a los niños y niñas a crecer, a confiar en sí mismos (y, sobre todo, en los demás), a ser empáticos, a ayudarse, y a colaborar con sus compañeros y compañeras para conseguir un objetivo común.