En este artículo se expone la experiencia de una escuela rural que se abre a su comunidad, al entorno y a las instituciones locales a través de un proyecto de trabajo sobre la calidad de vida mediante la alimentación saludable. Los escolares aprendieron contenidos que hacían extensivos a su vida cotidiana y que escapan a la distribución generalizada del conocimiento, a la par que se socializaban mediante el aprendizaje colaborativo.