Lo que se negocia y se acepta como norma común debe cumplirse. Un sistema disciplinar democrático exige, al mismo tiempo, huir del estilo punitivo y evitar que el que no respeta la norma común se perciba impune a las consecuencias de su falta. A lo largo de esta reflexión sobre la naturaleza y función de la disciplina escolar hemos dejado clara nuestra posición sobre la necesidad de que el sistema de normas y la obligatoriedad de las mismas sea el resultado de una convivencia construida sobre el consenso y el diálogo.