Los palacios imperiales cumplieron muchas funciones: centros de poder y de gobierno, sede de grandes actos políticos, lugar de acontecimientos importantes, residencia de sucesivas familias reales, foco de conspiraciones, espacios para el arte…, pero también fueron el ámbito en el que una aristocracia cortesana giraba alrededor del rey, vivía a su lado y actuaba socialmente (fiestas, bailes, banquetes, óperas…) al servicio del brillo del poder y procurando brillar también ella misma.