Todos los seres humanos tenemos alguna «manía». La mía ha sido siempre subir, ¡cuanto más alto mejor! Pero de una manera diferente a la que entendemos en un mundo en el que la competitividad está al orden del día y en el que el hecho de «subir» va acompañado del verbo «pisotear» a diestra y siniestra. En este caso, hablo de altura, de montañas. de lugares con atractivos naturales, donde el entorno provoca sentimientos de felicidad y de placer.