Se interesó por la magia con siete años, cuando le «sacaron» una moneda de detrás de la oreja. Aquello le dejó maravillado y empezó a hacer trucos allí donde iba. No se separaba de su baraja de cartas y leía sobre magia sin parar. «Admiraba a Juan Tamariz», me dice con orgullo. Cosas de la vida, sería el propio Tamariz el que, años después, redactaría el prólogo de su libro “Educando con magia”.