Dicen que, hace muchos años, en la Alsacia francesa, una pareja de cigüeñas regresaba de su viaje migratorio desde una región cercana a París. Dicen que el mismo día que las aves se instalaron en el tejado, el joven matrimonio de aquella casa tuvo un bebé. Dicen que todos creyeron que el niño había venido de París, traído por las cigüeñas.