La educación en y para la convivencia ha dejado de ser una prioridad para la Administración educativa. El trabajo en positivo de la convivencia ha sido sustituido por un enfoque reactivo, basado en el control a través de las normas y sanciones. Sigue siendo muy importante recuperar un enfoque proactivo que busque educar para la paz y convivencia no violenta, promoviendo competencia emocional, social y ética.