Inclusión: acciones en primera persona

En este capítulo, elaborado por Milagros Rubio, se destaca la importancia de una mayor presencia y participación inclusiva de todos los estudiantes en el aula. Se enfatiza que el alumno debe ser el núcleo central, y se considera que la escuela es una institución clave para transformar tanto su realidad interna como la del entorno, hacia un modelo de equidad y justicia social. En este sentido, los conceptos de presencia y participación se aplican de manera práctica a través de acciones didácticas. Se presentan cuatro indicadores principales para encaminar prácticas inclusivas: 1. Presencia y participación en los centros educativos; 2. Modelos de participación colectiva; 3. Experiencias compartidas entre centros ordinarios y centros de educación especial y 4. Accesibilidad en el centro educativo y en su entorno. Cada uno de estos indicadores concreta subindicadores específicos, y están documentados con prácticas de centros que los aplican. Incluye observaciones de aula y mapas visuales conceptuales. El capítulo finaliza con un código QR que invita a ampliar la información.

Este capítulo, elaborado por Antonio Márquez y José Blas García, expone que la inclusión se materializa en prácticas educativas concretas cuando se aplican en el aula metodologías que fomenten la participación de todos los estudiantes, se respaldan con estructuras organizativas flexibles y se adopta una utilización versátil de los espacios, que son elementos de gran valor inclusivo. Por tanto, emplear metodologías inclusivas y flexibilizar las estructuras organizativas abre nuevas posibilidades de aprendizaje tanto para los estudiantes como para los docentes. Se presentan 4 indicadores de metodologías y modelos que fomentan la inclusión: 1. Desarrollo de opciones para la personalización y la flexibilización de las propuestas didácticas; 2. Propuestas metodológicas que favorecen la inclusión; 3. Concepción de la codocencia como apoyo al proceso de enseñanza-aprendizaje y 4. Concepción de espacios abiertos y flexibles. Cada uno de estos indicadores concreta subindicadores específicos, y están documentados con prácticas de centros que los aplican. Incluye observaciones de aula y mapas visuales conceptuales. El capítulo finaliza con un código QR que invita a ampliar la información.

Este capítulo, elaborado por Mabel Villaecusa, se enfoca en promover la convivencia para una educación inclusiva y resalta los elementos fundamentales para crear un ambiente acogedor y seguro en el centro educativo y en el aula, donde todas las personas se sientan reconocidas y valoradas; una escuela inclusiva que se plantea a través de un modelo proactivo y preventivo, considerando la convivencia como un elemento fundamental que hay que cuidar tanto como el currículo. Se presentan 3 indicadores de convivencia y resolución de conflictos que fomentan la convivencia en una escuela inclusiva: 1. Existe una planificación de las acciones relacionadas con la convivencia y se evalúa su impacto; 2. Se crea un buen clima de centro y de aula donde todos se sientan seguros, acogidos y reconocidos; 3. Se cuenta con estrategias de resolución de conflictos y de intervención en caso de acoso y violencia. Cada uno de estos indicadores concreta subindicadores específicos, y están documentados con prácticas de centros que los aplican. Incluye observaciones de aula y mapas visuales conceptuales. El capítulo finaliza con un código QR que invita a ampliar la información.

En este capítulo, la autora Coral Elizondo explora las claves para una evaluación desde una perspectiva inclusiva, analizando su impacto en el proceso de aprendizaje de los estudiantes, el profesorado y el centro educativo. Enfatiza en la idea de que una evaluación equitativa para todos los alumnos y alumnas debe basarse en pruebas auténticas. Asimismo, expone que la evaluación tiene un alto potencial para fomentar la inclusión en la educación, llevándonos a cuestionar si estamos contribuyendo a la segregación en y desde el sistema educativo. Se presentan indicadores de evaluación inclusiva en tres ámbitos: para el alumnado, para el profesorado y para los centros escolares. Cada uno de estos indicadores se ejemplifica con prácticas concretas de centros que los aplican. Incluye observaciones de aula y mapas visuales conceptuales. El capítulo finaliza con un código QR que invita a ampliar la información.

La inclusión plena es un horizonte educativo y social que necesita de líderes directivos soñadores y comprometidos, capaces de identificar y articular esta visión de la escuela. En este capítulo, Silvana Corso presenta un recorrido que permite «revisitar» nuestros centros y redescubrir prácticas que den cuenta de procesos auténticos de inclusión. El liderazgo del equipo directivo y el trabajo colaborativo y en red es fundamental en la creación de centros realmente inclusivos. Se presentan indicadores de gestión de centros de gran utilidad para revisar proyectos educativos de centros y sus propias prácticas de gestión: 1. Influencia extramuros de la cultura inclusiva de centro; 2. Desempeño de un liderazgo horizontal en la comunidad educativa; 3. Espacios de problematización; 4. Espacios de capacitación en contexto (¿cómo?); 5. Espacios de planificación (¿con quién o quiénes?); 6. Sostenibilidad y perdurabilidad en el tiempo de las prácticas inclusivas (memoria pedagógica), y 7. Trabajo en red. Incluye observaciones de aula y mapas visuales conceptuales. El capítulo finaliza con un código QR que invita a ampliar la información.